Un testimonio de fe: Los milagros de Dios con una madre
Nicole Villagrán es una kinesióloga de 34 años, residente en Carahue, región de la Araucanía, quien tiene una historia marcada por desafíos, pruebas y, sobre todo, por la manifestación constante del amor y la fidelidad de Dios en su vida.
En septiembre de 2020, en el comienzo de la pandemia, recibió la noticia de que estaba embarazada. Esto llenó de alegría a ella y a su esposo, Marco, después de casi dos años de espera y deseos. Sin embargo, a este anuncio le siguió un período de dificultades.
Nicole fue desvinculada de su trabajo por motivo del embarazo. “Le pedí al Señor por mi trabajo e hice un pacto con Él. Aumenté mi diezmo y mis ofrendas, confiada en que Dios es justo, y apelé en contraloría. En deciembre del mismo año vino el segundo milagro: el contralor dictaminó a mi favor, por lo que me debían recontratar, respetar mi fuero maternal y pagarme el retroactivo todos los meses que estuve desvinculada. Fue una noticia aliviadora. Gracias a Dios ya tenía nuevamente mi trabajo”, agrega Nicole.
La buena noticia de la venida de un niño a la familia se vería empañada por el diagnóstico de espina bífida en el bebé. Según define MedlinePlus en su sitio web, “la espina bífida es un defecto del tubo neural, un tipo de defecto congénito del cerebro, la columna vertebral o de la médula espinal. Ocurre si la columna vertebral del feto no se cierra completamente durante el primer mes de embarazo. Esto puede dañar los nervios y la médula espinal”.
Nicole, con su experiencia de kinesióloga, conocía el sufrimiento que conlleva esta condición, y el saber que su pequeño no podría caminar fue para ella y su familia muy triste. Pero nunca bajó los brazos; con fe, siguió confiando en Cristo. “No entendía el porqué. Sin embargo, después de tanto llorar y clamar a Dios, aparece una luz de esperanza que vino a dejar en claro el poder del Dios en el que confié, confió y confiaré”, afirma.
A pesar de la desesperación inicial, una resonancia fetal reveló que la lesión estaba en una posición baja, lo que disminuía significativamente las posibles secuelas.
El nacimiento de Julián en abril de 2021, si bien fue un momento de alegría, también fue un período de ansiedad y precaución debido a la necesidad de futuras operaciones. Tarde o temprano, el bebé tendría que ser intervenido.
Un milagro para Julián
Pasó el tiempo y la cirugía con el neurocirujano fue un éxito. Milagrosamente, la médula espinal al ser desanclada del lipoma siguió su camino correctamente, como si Cristo enviara una señal. El doctor, al culminar su trabajo, se detuvo y dice: “sabemos quién es el médico de los médicos”.
Dios contestó de forma notable las oraciones de la familia por la salud de Julián. Sin embargo, las pruebas no acabarían en la vida de Nicole con el nacimiento de su hijo, ya que a los pocos meses, un accidente automovilístico desataría una nueva ola de preocupaciones en la familia.
Un desafortunado accidente
El septiembre del año 2022, Julián iba de paseo con la hermana de Nicole y su pareja. “Yo me quedé en casa. Cuando suena el teléfono y mi hermana que me decía «tuvimos un accidente”, mi corazón latía a mil por minuto», indica Nicole.
Un camión impactó la camioneta donde se movilizaban y provocó que se volcara. El conductor del camión relata que fueron 8 las vueltas en el aire que dio la camioneta, y la hermana salió eyectada al no usar el cinturón de seguridad.
La hermana de Nicole relata que no recuerda nada, y que solo tiene consciencia desde el momento cuando se hallaba sentada sobre el pasto frente a la camioneta, sin zapatillas, y su cartera a muchos metros de distancia. “Dice que fue como si alguien la tomara en brazos y la dejara sentada sobre el pasto”.
A pesar de la gravedad del incidente, tanto Julián como los involucrados salieron casi ilesos, una clara señal de la protección divina en medio del peligro. “El mayor milagro fue mi Julián, ahí en su sillita perfectamente bien, intacto, no le pasó absolutamente nada. La mano de Dios estuvo ahí, cuando mis oraciones le pedían al Señor ver milagros”, rememora Nicole.
Julián, un testimonio vivo
A pesar de las adversidades, Julián continuó su desarrollo sin complicaciones mayores, y su madre, agradecida por cada momento, se comprometió a honrar al Señor con su vida y agradecer diariamente por los milagros recibidos.
Julián sigue creciendo lleno de amor. Él no sólo camina, también corre e incluso trepa, y nunca falta a su clase los sábados a sus casi 3 años de edad.
Escrito por: Nicolás Acosta
Fuente original: adventistas.org/es