Riesgo inminente
Hace poco más de un año, conducía por el barrio donde vivimos en El Cairo, Egipto, justo detrás de un camión del ejército lleno de soldados uniformados con las armas desenfundadas. Por motivos de seguridad, es una escena que vemos muy a menudo en las calles y avenidas de la ciudad, sobre todo en días festivos.
Más de seis años después del regreso de nuestra familia a Egipto, pensé: «Este es un día típico en el que puede estallar una bomba aquí mismo, en una avenida como ésta». No lo pensé porque tuviera miedo. Fue algo que se me ocurrió de forma natural al contemplar el ambiente que me rodeaba, teniendo en cuenta que empezábamos una de las principales fiestas del año en el calendario islámico. Históricamente, muchos atentados ocurren en fechas conmemorativas que hacen referencia a luchas armadas pasadas y a celebraciones religiosas.
Era uno de esos camiones de campaña, verde oscuro, con aberturas en los laterales y una parte trasera semiabierta, en la que se ve a los soldados sentados con sus armas, vigilando las calles, mientras el vehículo está en movimiento. Algunos iban de pie, apoyando las botas en la base del acoplado, mirando a los conductores que venían detrás, en este caso, yo sola en el coche. Desde su perspectiva, era solo otro día normal en la rutina de un soldado. Sin tensión aparente en el ambiente.
Desde que volvimos a Egipto en 2017, solo recuerdo una ocasión en la que se me pasó por la cabeza un pensamiento similar. El hecho es que nos sentimos mucho más seguros viviendo aquí que donde vivíamos en Brasil. Muchas veces, más seguros que cuando vivimos en la capital de São Paulo.
Desafíos reales
Brasil tiene niveles de delincuencia, y las consiguientes tasas de mortalidad, superiores a las de las zonas de guerra activa del mundo. Nos hemos acostumbrado tanto a esta realidad que muchos de los crímenes recurrentes ya ni siquiera son «noticia» porque forman parte de la vida cotidiana.
Incluso hoy nos preguntan si nos sentimos seguros viviendo aquí en Egipto. «¿Qué se siente al vivir en la ciudad que fue escenario de una revolución reciente, que dividió la historia de esta nación milenaria en un antes y un después de enero de 2011?». Con todas las imágenes del terrorismo vinculado al mundo árabe ampliamente difundidas en los medios de comunicación, puede imaginarse que lo hemos oído todo y que se nos han pasado muchas cosas por la cabeza.
Históricamente, en la mayoría de los países, las fechas conmemorativas nacionales son escenario de protestas y manifestaciones sociales pacíficas y violentas, relacionadas de algún modo con la ocasión. Egipto no es diferente. Y desde la revolución de 2011, que causó muchas muertes y pánico general entre la población, la seguridad en las grandes ciudades se refuerza ampliamente en todas las fechas conmemorativas del año. El ejército sale a la calle equipado, aunque no haya rumores de manifestaciones.
Las iglesias cristianas de todo el país tienen guardias de seguridad del gobierno a la entrada. Incluso en una congregación de 40 miembros hay una garita con guardias financiados por el gobierno, que vigilan las 24 horas. Están allí para proteger contra posibles ataques de extremistas y garantizar el cumplimiento de las claras normas de comportamiento cristiano en Egipto. Las iglesias cristianas son sólo para cristianos. Esta seguridad se refuerza también en las fiestas cristianas del país.
Cuando miro los niveles de violencia que tenemos en Brasil en sus más diversas formas, crímenes horribles y atrocidades que nos cansamos de seguir en las noticias, y pienso en los últimos años viviendo en Egipto, agradezco sentirme mucho más segura aquí, sin olvidar que también estamos en una gran ciudad con crímenes y atrocidades. La verdad es que vivimos en un mundo que se deteriora y está guiado por el mal.
¿Cómo podemos encontrar seguridad y paz?
Mi deseo al escribir este artículo era reflexionar un poco sobre nuestras condiciones de vida en este planeta, especialmente después de dos años de la pandemia de COVID-19. Vivimos mucho más cerca de la muerte que antes de este periodo que marcó a toda una generación en todo el mundo. Y hoy termino de actualizar este texto con la noticia de los ataques de Hamas a Israel, que acaba de declarar la guerra.
Ya sea presenciando un robo a mano armada a plena luz del día en las calles de San Pablo, conduciendo detrás de un camión de guerra en Egipto, o viviendo en un país en guerra, este mundo vive en constante riesgo inminente. Y cuando parece que las cosas empiezan a calmarse, a volver a su estado «normal», tengo la impresión de que Dios nos envía otras señales de que el fin está cada vez más cerca. Aunque podemos celebrar muchas victorias en medio del caos que hemos vivido en los últimos años, sintiéndonos agradecidos y felices por la protección de Dios y por la vida, sigue siendo anormal para mí conducir detrás de un pelotón armado del ejército en la calle, frente a mi casa.
Todo tiene que llegar a su fin. Y el final ya ha sido determinado. Falta poco tiempo. Si estás vivo ahora, es porque Dios todavía quiere seguir transformándote y usándote en los capítulos finales de la historia de este mundo. Así como vivimos en peligro inminente, la salvación está garantizada para cada combatiente del ejército de Cristo. Esta es la certeza que tenemos, y nos trae la paz que sobrepasa todo entendimiento.
Escrito por: Ana Paula
Fuente original: adventistas.org/es