El evangelio que Jesús enseñó
En el centro de la ciudad de Río de Janeiro existen aproximadamente 7.800 personas en situación de calle, según el Censo de Población de Calle 2022. De estas, cerca de 3 mil ya han sido atendidas por Casa Esperanza, un proyecto que lleva alimento, acogimiento, música y vivienda a personas en situación de vulnerabilidad social de la capital carioca. Ese número se suma a las otras más de 900 mil personas beneficiadas por proyectos de la Acción Solidaria Adventista.
El coordinador general del proyecto, Edélicio Luduvice, cuenta que todo comenzó con la idea de un empresario de llevar alimentos a las personas que vivían en los alrededores de su tienda. La primera intención del proyecto fue desactivada, pero el sueño permanecía vivo. Años después, el hombre buscó la ayuda de Luduvice, que hoy dirige la iniciativa.
El actual coordinador del proyecto dice que esa forma de predicar termina supliendo de manera más amplia las necesidades de las personas. Casa Esperanza nació con la intención de llevar comidas a los habitantes de la región. Sin embargo, no podía ser solo eso. Todas las semanas, los beneficiarios vivían la experiencia del sábado conocida por los adventistas del séptimo día, o sea, además del almuerzo, participaban de cultos, reflexiones y estudios bíblicos.
De acuerdo con el pastor Herbert Boger, director de Acción Solidaria Adventista (ASA) para ocho países de Sudamérica, “los proyectos sociales son los pasos iniciales que da la iglesia, mostrando a Jesús de forma práctica, como él hizo, atendiendo las necesidades de las personas como amor y simpatía”.
Con la pandemia, las actividades espirituales tuvieron que ser reducidas. Pero lo que era solo atención semanal empezó a realizarse todos los días. Hasta entonces, servían casi 100 comidas en un único día de atención. Al estar todo cerrado, empezaron a servir más de 700. Después de algunos meses, consiguieron un lugar para dar continuidad al acogimiento espiritual que permitía el distanciamiento social. Eso duró unos dos años.
De ese proyecto nacieron otros. Hoy, Casa Esperanza cuenta con clases de música para niños, un Club de Conquistadores, atención de necesidades básicas como alquiler, muebles, ropas y otros, además de ser orientados para encontrar empleos y la reconstrucción de la estructura necesaria para garantizar la estabilidad de las familias.
Vidas transformadas
Luduvice recuerda con alegría la forma en la que el proyecto toca la vida de las personas. Decenas de voluntarios y beneficiarios conocieron el mensaje de la Biblia y quisieron bautizarse. Uno de los hombres llegó a la fila para recibir alimentación y fue reconocido por el coordinador. Él había sido su alumno en un proyecto educativo del templo adventista central de Río de Janeiro. Inmediatamente, fue invitado a trabajar. Allí estudió la Biblia y fue bautizado. Ahora tiene un empleo en blanco gracias al proyecto.
Así como Casa Esperanza, miles de otros voluntarios de Acción Solidaria Adventista (ASA) se dedican a amenizar el sufrimiento de quien está en necesidad. “Hay casi 30 mil puntos de ASA en Sudamérica. Hemos incentivado varios proyectos que ayudan a las personas a ayudarse, promoviendo la calidad de vida como un todo”, explica Boger. Los datos de enero a junio de 2023 muestran que hay más de 53 mil proyectos promovidos por los templos adventistas en Sudamérica. Se recaudó alrededor de 1 tonelada de alimentos, entre otros artículos.
La Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA) también actúa para llevar alivio a las personas en necesidad. Hubo más de 500 mil personas atendidas en emergencias o proyectos fijos de la organización que están distribuidos por Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay.
Cuidado integral
Además de las necesidades materiales, los adventistas se preocupan por la salud de las personas. Por eso, donan sangre y promueven la atención médica gratuita. La Red Adventista de Salud prestó 298.759 consultas, exámenes y otros procedimientos sin ningún costo. Eso ocurrió en las clínicas, hospitales e iniciativas sociales mantenidas por la red.
El proyecto Vida por Vidas también hizo la diferencia por medio de sus 75.694 donantes. Cada una de esas bolsas de sangre puede salvar hasta a cuatro personas, lo que significa más de 300 mil beneficiados.
La Educación Adventista también hizo su parte. Entre padres, alumnos, profesores y el entorno de la comunidad escolar, se ayudó a más de 50 mil personas con canastas básicas y otros tipos de servicio.
Para el pastor Stanley Arco, presidente de la Iglesia Adventista para ocho países de Sudamérica, “ver a las personas dedicándose a cuidar del prójimo es la confirmación de que el evangelio está teniendo efecto y está saliendo de las paredes de la iglesia hacia las calles”.
Escrito por: Anne Seixas
Fuente original: adventistas.org/es