Cómo tratar el transtorno de espectro autista
El autismo es uno de los trastornos principales del neurodesarrollo, y se hace necesario intervenir precozmente ante las primeras señales. De los cuatro a los seis meses de vida, se puede percibir que el niño tiene un comportamiento diferente del normal. Entre los doce y dieciocho meses las evidencias son de otro tipo. El niño no atiende cuando se lo llama por su nombre, tiene poco o ningún contacto visual y no comparte objetos.
Otros indicadores se observan cuando un niño no señala con el dedo índice para compartir algún objeto con usted, tiene dificultades para dormir o prefiere quedarse en la cuna a estar en brazos. Además, el niño autista suele estar quieto y aislado de todo, presenta comportamientos repetitivos como balancearse, balancear la cabeza y, en vez de jugar con el carrito, se queda solo haciendo girar las ruedas.
Muchas veces, no juega y organiza las cosas, demuestra dificultades en el habla, se distrae con facilidad, se agita y se levanta con frecuencia. Hay casos en que, de repente, el niño comienza a caminar sin rumbo y exhibe un apego exagerado a la rutina. Además, también hace muchos berrinches, especialmente cuando no se siguen sus rutinas.
Por lo tanto, en muchas situaciones tiene bloqueos en la forma de expresar ideas y sentimientos, se molesta por los ruidos, elige comer solo algunos alimentos. O, a veces, le gusta que sean colocados de la misma manera en el plato, entre otros comportamientos.
Áreas afectadas
Este tipo de trastorno generalmente afecta tres áreas: la comunicación, el comportamiento y la interacción social. Normalmente, el Trastorno del Espectro Autista (TEA) se clasifica en tres niveles: Leve (exige apoyo), moderado (exige apoyo sustancial) y grave (requiere mucho apoyo). La cantidad de apoyo que una persona autista necesita puede variar de acuerdo con las diferentes edades o situaciones.
Cómo llega el diagnóstico
Soy del pensamiento de que el tratamiento minimiza los daños, y que el tratamiento modelo-oro para el TEA es la intervención precoz. Debe comenzar tan pronto como se presente alguna sospecha o inmediatamente después del diagnóstico realizado por un equipo interdisciplinario. A veces, un niño no necesariamente tiene el trastorno, por eso debemos tener mucho cuidado con el diagnóstico. Existen otras deficiencias y trastornos que pueden confundir.
Ante dos señales y síntomas de TEA, los padres deben buscar ayuda de un profesional capacitado, sea un neurólogo pediatra o psiquiatra infantil para hacer una evaluación más detallada en el caso de un niño. En el caso de un adulto, el neurólogo o el psiquiatra son los profesionales más indicados. La persona será derivada a un neuropsicólogo habilitado para realizar la evaluación por medio de testes. Tales análisis dan una importante contribución para identificar el autismo, pues cuentan con instrumentos de diagnósticos precisos. Además, la finalidad principal es la de analizar las funciones ejecutivas, o sea, la capacidad de desarrollo y planificación. De la misma forma ayuda en la verificación de lesiones y disfunciones cerebrales en los casos más variados.
Los resultados de una evaluación neuropsicológica sirven de base para el delineamiento de las estrategias de intervención. Es el caso de la rehabilitación neuropsicológica, con el objetivo de trabajar aspectos cognitivos, comportamentales y emocionales (perjudicados y preservados), asociados a los cuadros de lesiones o disfunciones cerebrales. La idea es mejorar la funcionalidad y la calidad de vida del niño con autismo. Si el diagnóstico se confirma o no, los profesionales necesitan determinar si todavía es necesario derivarlo a algún estudio más. Eso incluye diversas especialidades como: psicólogo comportamental, fonoaudiólogo, terapeuta ocupacional, psicopedagogo, entre otros.
Además del diálogo con los padres del niño y la observación de su comportamiento, de manera prioritaria, el diagnóstico de autismo está basado en el análisis comportamental de los niños, adolescentes o adultos. Eso siempre ocurre con preguntas que evalúan habilidades y conductas de la persona, como el habla, el lenguaje, la atención, la comunicación no verbal, las sensibilidades y la interacción social.
Actitud de los padres
De manera general, algunos consejos valiosos para los padres de autistas:
1. Informarse sobre el trastorno.
2. Incentivar el hijo a cuidarse solo.
3. Dar autonomía por medio de tareas domésticas.
4. Capacitar la generalización del aprendizaje.
5. Dividir las responsabilidades dentro de casa.
6. Establecer una comida en familia.
7. Conversar con otros padres de hijos con autismo.
8. Buscar oportunidades para que su hijo desarrolle habilidades sociales.
9. Trabajar en conjunto con la escuela.
10. Recordar los errores del pasado y corregirlos.
11. Buscar apoyo especializado.
Padres y educadores
Existen muchos libros que los padres pueden tratar de adquirir y, así, aprender a tratar con los hijos con autismo de la mejor manera. Esa literatura ayuda también a enfrentar situaciones de mayor estrés, lo que normalmente empeora los síntomas. La importancia del tratamiento del autismo involucra tanto las necesidades del niño como las de su familia.
Se recomienda que los padres traten de hacer terapia psicológica comportamental desde el inicio para poder trabajar la aceptación del diagnóstico y todas las situaciones que involucran tener un hijo con autismo. Es importante que los padres sean transparentes al buscar apoyo en la escuela y no escondan la situación ni la disfracen.
Colaboración necesaria
Otro aspecto importante es que los responsables mantengan una buena relación con la escuela. Pelear con educadores no resolverá nada ni contribuirá a la inclusión del hijo o hija. Además, es necesario trabajar por la inclusión de los niños en las escuelas sin miedo a represalias, porque es un derecho que tienen. Por esa razón, deben informarse sobre el asunto, incluso deben saber cómo funciona eso en la escuela. No desistir es esencial, pero es importante buscar vínculos y la colaboración de toda la familia para que puedan dar apoyo. La red de apoyo debe estar involucrada para no perder la motivación y el ánimo.
La institución educativa por sí sola no logra hacer que el desarrollo del niño progrese, por eso es necesario consolidar la colaboración de la familia en el proceso de escolaridad del niño con autismo.
Los padres y familiares necesitan aprender a oír, observar y actuar. De esa manera quedan preparados para contribuir por medio de charlas, cursos, diálogos con los profesionales en las diferentes áreas de actuación.
Tanto en la exposición de temas como en el consultorio, siempre aconsejo a los padres y familiares que el mejor regalo que pueden dar a los hijos no es el que quieren, sino el que necesitan. Los niños necesitan de un hogar en armonía más que cualquier juguete, ropa, etc. Lo que los autistas necesitan es aceptación, amor, entendimiento, paz, tranquilidad, comprensión, comunicación y diálogo. Si ellos no tienen esto, sumado a su trastorno, el sufrimiento se hace mayor. Entonces, se vuelve una carga muy pesada para que la lleven solos.
Reflexiones finales
Dejo una reflexión que la escritora, profetisa y cofundadora de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, Elena de White, hace con relación al amor y la dedicación de los padres a los hijos y que es una ayuda muy valiosa:
“Hay dos formas de tratar a los niños: completamente diferentes en su principio y resultados. La fidelidad y el amor, unidos con la sabiduría y la firmeza, de acuerdo con las enseñanzas de la Palabra de Dios, proporcionarán felicidad en esta vida y en la venidera” (La conducción del niño, p. 241).
Debemos pedirle a Dios con mucho amor fraternal y sincero que, por medio de estas palabras, podamos ser una luz para muchos padres de niños con autismo que necesitan de mucho apoyo. Un abrazo fraterno.
Martha Victoria Benavides Páez es psicóloga comportamental y neuropsicóloga, y forma parte del grupo Científicos Adventistas.
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Escrito por: Martha Victoria Benavides Páez
Fuente original: adventistas.org/es